Publicado el 30 de enero del 2023 - Actualizado el 30 de enero del 2023

No es casual que esta exposición coincida en su apertura con el comienzo de un semestre académico y que, por lo mismo, sea auspiciosa. De hecho, tres veces auspiciosa: bien sea como saludo de bienvenida a quienes integrarán la comunidad de este importante programa académico, como alegre despedida a quienes ingresarán en propiedad al campo artístico contemporáneo o como confirmación de los satisfactorios avances del trabajo que hemos venido realizando entre estudiantes y docentes a lo largo de este último lustro.

De ahí que las obras que participan en esta oportunidad operen como indicadores efectivos de deleite estético tanto como dispositivos de construcción de un conocimiento aplicado a la lectura de contextos en permanente transformación sociopolítica, donde se privilegia la reflexión técnica como atalaya conceptual o plataforma emocional, se presta atención a las derivas de los cambios generacionales y con una cuidadosa atención hacia las derivas empáticas.

Es así como, por ejemplo, Daniela Galindo presenta Lo Infraordinario, reflexión sobre la manera de operar de redes de personas y acciones en sistemas socioeconómicos complejos para, a partir de ahí, ensayar miradas hacia la implicación, generalmente poco atendida, de los pequeños gestos como entidades capaces de adquirir dimensiones enormes en el devenir cotidiano de amplias comunidades.

O Cristian Peña, exponiendo El Esquife, Caronte (parte de su proyecto Extimia. Tácticas y estrategias para gobernarme a mí mismo), en un proceso de exploración personal que busca perfeccionar su acercamiento hacia diferentes etapas de la sublimación mediante su experimentación con estrategias visuales y constructivas.

O José Forero, exhibiendo La expulsión hacia el abismo de la periferia y así observar su propio estado como ciudadano de un contexto social y de clase específicos, caracterizados por dedicar —demasiada— energía a resolver las consecuencias de la inspiración neoliberal que poseen la mayoría de políticas económicas que les condicionan.

O Daniela Prieto, ofreciéndonos The Last Lollipop. Recuerdos de mi infancia a modo de análisis autoetnográfico y aliteración visual de la sociología del consumo: en este proyecto su autora estudia la consolidación de relatos de identidad en grupos etarios particularizados mediante su asimilación de ciertos productos de la cultura visual de las décadas de 1990 y 2000.

O Laura Gil, desarrollando El arte de las prácticas cotidianas en mi hogar. Conexiones y acciones entrelazados entre líneas y tramados, un ejercicio de investigación que toma al dibujo como estrategia de producción de relatos de arraigo en su propia familia, integrada por un núcleo intergeneracional de mujeres dedicado a entender la transformación contemporánea de los roles femeninos dentro y fuera del hogar.

O Natalia Céspedes, proponiendo Prácticas para no olvidar como interjuego entre curaduría y producción visual personal, desde donde se acerca al dibujo como estrategia mnemotécnica de doble vía: recurso confiable de afianzamiento de recuerdos y recorridos (a partir de una experiencia de la misma artista) y puente para connotar la forma en que colegas suyos construyen memoria con esa misma técnica.

O Nathalia Gutiérrez, reflexionando desde la obra Intermitencia sobre su experiencia con la hipersomnia y cómo esta condición médica puede servir de recurso creativo para construir una ficción romántica. Recuperar el sentido del acto de dormir como condición mágica y contrarespuesta a un sistema social que suele condenarla como molesta o inusual.

O Pablo Gómez, ensayando en Memento la abstracción matérica del recuerdo a partir de la identificación de los posibles rezagos que la memoria de un instante pudiera alojar en objetos, muebles y habitaciones de un entorno doméstico.

O Rodney Cárdenas, quien con la obra Luz de Ausentes presentes busca ofrecer una vía para el trámite del duelo a familias de campesinos sometidos a desaparición forzada en medio del conflicto colombiano. Un acto simbólico que acude al uso poético de la luz y la oscuridad como mecanismos para iluminar o la permanencia del recuerdo de estas personas o dar cuenta de las condiciones bajo las cuales se dio su trágico destino.

O Sergio Galindo, que en Intro-Purgatorio desea elaborar una trayectoria que recorra desde el dibujo y el video el camino necesario para profundizar en su psique a fin de exteriorizar sentimientos como la depresión y la ansiedad y así darles una salida que le aporte estabilidad a nivel de lo terapéutico.

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Fuente de información: Facultad de Artes - ASAB
Guillermo Vanegas
Universidad Distrital Francisco José de Caldas