Publicado el 29 de noviembre del 2021 - Actualizado el 29 de noviembre del 2021

A lo largo de estos años de Rectoría, he desplegado una actividad consistente que se ha ramificado en los distintos ámbitos de la vida universitaria con un impacto de alto valor en el sistema institucional interno, en el académico y en el social.

En el primero de estos ámbitos, mi principal logro fue la lucha frontal contra la corrupción que saqueaba sin medida los ingresos provenientes de los convenios de Extensión y de paso desvirtuaba éticamente la naturaleza de la Universidad como un bien público

En el campo académico, hice aumentar la cobertura de estudiantes en casi un 15%, cuando el promedio nacional por el contrario bajaba. Así mismo, hice escalar la oferta de programas académicos que subieron de 77 a 91, incluido un nuevo doctorado, el de Artes; sin olvidar el de Medio Ambiente, el cual ha quedado listo para su aprobación. En el aseguramiento de la calidad, dejo a la Universidad con la renovación de una Acreditación Institucional de Alta Calidad, muy merecida, además de 26 programas con la misma certificación. He organizado dos concursos públicos de méritos para profesores de planta, con un total de más 70 plazas; lo cual es ya una rareza en el concierto de las universidades públicas y privadas. Además, durante mi Rectoría, la formación doctoral cubrió a más docentes, cuyo número pasó de 176 a 242. Y los grupos de investigación, que participan en las convocatorias del Estado, se elevó primero a 116, en el 2019, y ahora a 122. Por cierto, los de más alto rango, A1 y A, han alcanzado la cifra significativa de 40.

En los espacios físicos y la infraestructura, las conquistas fueron de gran alcance e incluyen: 1) toda la dotación que se requiere para la Ciudadela del El Ensueño, una gran obra de dos edificios, en la que la Universidad ha cumplido enteramente, no así la Alcaldía de Ciudad Bolívar y el contratista; 2) así mismo, los recursos por el orden de $100 mil millones otorgados por el Fondo de Regalías, vía Distrito, para el edificio de Ingeniería; 3) también la adquisición del predio para la Facultad de Artes, con un costo de $12.000 millones; y 4) finalmente los trámites, para que la Universidad disponga de otro predio, con diseños incorporados y con las adecuaciones que deben realizarse, ubicado en el Complejo Hospitalario del antiguo San Juan de Dios, lugar en donde quedará el Centro de Investigación y Proyección Social en Salud de la Universidad Distrital, un instituto que se creará en el marco de la nueva Facultad de Ciencias de la Salud.

El campo social, dentro de la vocación misional universitaria, fue objeto de un impulso decidido por parte de la Alta Dirección de la Universidad, que bajo mi iniciativa procedió a la matrícula cero, una idea que yo defendía de tiempo atrás. Igualmente, mi administración facilitó los préstamos de tablets y el apoyo en conectividad, a lo cual sumó los bonos alimentarios, como alivio a las afugias, en medio de la recesión económica, y como compromiso con los jóvenes en la educación superior.

Para enriquecer el apoyo a la cobertura, a los profesores, a la infraestructura y a los estudiantes, personalmente hice un trabajo discreto pero sistemático que llevó a que en 2019 y 2021 la Universidad contara con dos adiciones presupuestales considerables, la primera por $15.000 millones y la segunda por $7.250 millones. Han sido dos hechos, con muy pocos antecedentes, tal vez únicamente los $15.000 millones que se agregaron, $5.000 cada año, en mi primera Rectoría entre 2003 y 2006.

Mi gestión, y el decision making process que promoví directamente, esto es, los procesos en la toma de decisiones han sido todos ellos atinados y adelantados con la flexibilidad suficiente para sortear las dificultades que ofrecen las continuas y prolongadas interrupciones en el calendario académico; así mismo, las que surgieron por la crisis de la pandemia.
Como pocas, la Universidad Distrital pudo superar los escollos y salir fortalecida. La Rectoría, ha sabido conducir la nave con prudencia, pero también con valor y eficacia.

En los indicadores más relevantes, relacionados con el mundo académico y la misión educativa, la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, está ahora en un punto de crecimiento mucho mayor, que el que tenía al comenzar mi administración. Un avance manifiesto que sin embargo se inscribe sólo en una perspectiva funcional.
Ahora bien, la gestión eficaz la he complementado con el desarrollo de un discurso comprensivo y orientador, apoyado en una ética de la comunicación y la verdad, y en un pensamiento crítico. Lo cual ha implicado siempre la opinión razonada y el esfuerzo por la argumentación; sin dejar a un lado la relación entre el conocimiento científico que integra en sus procesos la prueba y el debate; y un diálogo social que permite consensos sobre la verdad, abierta siempre a los interrogantes y los cuestionamientos que hagan entrever nuevas verdades consensuadas. Mientras tanto, el pensamiento crítico desbroza caminos para acercar el cambio.

Una ética de la comunicación y la verdad, junto con un pensamiento crítico, dan paso a un cierto espíritu emancipatorio, que es el camino por el que me he orientado para adelantar simultáneamente una gestión eficaz en aras de mejorar las condiciones de la comunidad universitaria.
 
RICARDO GARCÍA DUARTE
Rector dic 2017 – nov 2021
 

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